La tecnología de visión térmica, se ha impuesto en las últimas décadas como la principal para la observación, detección e identificación de posibles objetivos, extendiendose desde el entorno militar hacia el de la seguridad.

La diferencia entre la emisión infrarroja de los seres vivos, edificios, embarcaciones y los vehículos frente al entorno, permiten la detección e identificación de posibles objetivos de forma rápida y sencilla, pese a posibles sistemas camuflaje.

Esta tecnoclogía permite distancias de detección mucho mayores que los dispositivos de visión nocturna, así como superar los sistemas de camuflaje tradicionales, por lo que han desplazado en distintas áreas el uso de la visión nocturna.

Éstos sistemas se divide en dos grandes grupos: sistemas con núcleos no refrigerados y refrigerados, la base para la detección de emisiones infrarrojas. La diferencia entre ambos grupos reside en una mayor diferenciación entre temperaturas en mK, permitiendo un mayor contraste, lo que se traduce en una mayor capacidad medida en distancia de las cámaras refrigeradas frente a las no refrigeradas.

En los últimos años, las diferencias entre ambas tecnologías se han ido estrechando, por lo que el menor coste (tanto inversión inicial como mantenimiento) de las cámaras no refrigeradas, las hace hoy en día una solución cada vez más demandada frente a las refrigeradas.